Bajo el lema Tenemos Suerte, la promoción incide en el origen, alimentación y crianza del ganado asturiano, factores determinantes en la calidad de la carne amparada por el sello
Vacas de raza asturiana, criadas con el pasto, el agua y el aire de las montañas de Asturias. Madres que amamantan a sus terneros en los primeros meses de vida. Siglos de tradición ganadera. Respeto por el medio ambiente y por los animales. Control y seguridad alimentaria. Estos son los principales valores de la carne amparada por el sello IGP Ternera Asturiana.
En 2017, con motivo de su 15 aniversario, el Consejo Regulador puso en marcha la campaña “15 años poniendo corazón” a través de la imagen de una jovencísima ganadera asturiana, Sonia Martínez Lago, cuya ilusión y cariño por los animales motivó a miles de personas en medios de comunicación y redes sociales. Este año Ternera Asturiana decide multiplicar su corazón por cuatro
Cuatro corazones forman un trébol. La imagen de un trébol de cuatro hojas es mucho mas que un símbolo universal de buena suerte, presente también en la cultura atlántica asturiana, un trébol es una planta y un pasto fundamental en la alimentación de las vacas asturianas. Ls mismas vacas que viven en un entorno privilegiado de pastos, agua, aire y montañas.
Cuatro jóvenes ganaderas asturianas acompañadas por sus vacas y toro favoritos serán la nueva imagen de Ternera Asturiana para defender que, a pesar de las dificultades, tenemos suerte. Suerte de habitar en Asturias, suerte de contar con dos razas autóctonas de excelente calidad rendimiento cántico y surte de contar con mujeres ganaderas porque sin ellas, sencillamente sería imposible
Con diferentes tipos de explotaciónes, visión y objetivos vitales, estas cuatro mujeres (dos de ellas muy jóvenes) representan nuestro sector y nuestra marca, una marca relativamente joven, pero segura, comprometida con medio ambiente y con el respeto por los animales
NUESTRAS GANADERAS
Son jóvenes y son ganaderas por vocación. Recogen el legado de sus antepasados y se sumergen en el siglo XXI sin complejos. Combinan el amor por las vacas con la formación académica. Ganan concursos de morfología, suben el ganado a los puertos; hacen la misma labor que un hombre pero aportan su toque, cariño y sentido práctico. Estas cuatro asturianas representan a un amplio colectivo que lucha por mantener un sector y una forma de vida. Tenemos suerte de contar con ellas
Sonia, 18 años.
Nacida y criada en las montañas de Cangas del Narcea Sonia es ganadera por estirpe familiar. Se podría decir que aprendió a caminar en la cuadra. Sonia dedica casi todo su tiempo libre a cuidar las vacas, por las que siente verdadero amor, y quiere seguir estudiando para ser mejor ganadera. Ella fue la imagen de nuestra marca con motivo del 15 aniversario de IGP Ternera Asturiana, inspirando a muchísimas personas con su ilusión, compromiso con el campo y respeto por los animales. Aquí la vemos con Soberana, su animal favorito.
Albina, 22 años
Albina María tenía dos años cuando sus padres compraron la primera vaca para volver a su pueblo de origen, en Tineo. Ahora tienen 130 cabezas. Albina también se lo tomó en serio. Tenía once años cuando comenzó a prepararse para ser la primera mujer de Asturias que es jueza de calificación oficial en los populares concursos de raza autóctona, donde también es conocida como a “la nena´l toru”. Con 21 años obtuvo el grado de Ganadería en Cantabria y en la actualidad cursa estudios de administración. Su objetivo es ser una ganadera más profesional y eficiente.
Lucía, 34 años
Natural de Bustellán, en plena comarca vaqueira, Lucía se crió en Oviedo y vivió numerosas experiencias antes de volver a sus orígenes ganaderos. Con 18 años se alistó en el Ejército de Infantería y cumplió una peligrosa misión en Afganistán. Es madre de un niño de 7 años y espera otro bebé. Hace ocho años emprendió con su marido una ganadería que hoy suma casi 100 cabezas. Sus vacas son su pasión, en invierno en los pastos de Les Regueres y en verano en los majestuosos puertos de Somiedo.
Astrid, 17 años
Contagiada por su abuelo y por su padre, Astrid tiene una enorme afición por las vacas de raza asturiana desde muy niña. La suya es una ganadería pequeña compuesta por animales de buen linaje, cuidados para competir en los concursos de ganado que se celebran por toda Asturias, la verdadera pasión familiar. Esta joven de la cuenca alta del Nalón disfruta preparando a Castrina y a todas sus vacas para que estén perfectas a la hora de salir a la pista. Astrid, que combina su afición ganadera con los estudios de bachiller, sueña con ser veterinaria.
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GALERÍA DE IMÁGENES
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