A.C. 8/3/2023
Rocío Díaz, ingeniera industrial y ganadera de profesión, atiende a una entrevista sobre su experiencia personal, su visión del campo y su opinión sobre las mujeres que se dedican a ello.
Hoy, 8 de marzo, Día de la Mujer, hemos tenido la oportunidad de hablar con Rocío Díaz (Llanera, 1992). La pasión por la ganadería y la ingeniería industrial hacen que su día a día sea una constante de esfuerzo y sacrificio. Como bien dice, nadie le ha regalado nada y gracias a ello ha sabido luchar por aquello que le gusta y le hace feliz. Ser ganadero hoy en día no es una tarea fácil, pero Rocío nos muestra como con sacrificio, todo trabajo da sus frutos.
¿Qué es la ganadería para Rocío?
“A título personal es una pasión, a nivel general es el pilar de esta sociedad pues gracias a la ganadería tenemos alimentos en la mesa. Y además alimentos de calidad, pues estamos produciendo la carne de mayor calidad de Europa, y no es una opinión subjetiva. El análisis de la composición genética de la carne de la raza Asturiana de los Valles en un estudio cofinanciado por la Comisión Europea se ha probado la calidad de esta carne. Hay que pelear porque se conozca esta calidad y ahí es donde entra en juego el papel de la IGP, promocionar la calidad de la IGP Ternera Asturiana para que cada vez sea más frecuente encontrar esta carne en las despensas de los hogares o en las cartas de los restaurantes”.
¿Ha cambiado su idea de ganadería desde que ha comenzado?
“Crecí en una ganadería familiar, desde bien pequeña mi familia me enseñó a que para querer algo hay que trabajarlo antes, el dinero no cae del cielo, hay que ‘labrarlo’. Siempre colaboré en las tareas y por eso fui partícipe de los logros, pero también de las desgracias. Por ello no me pilla por sorpresa lo que supone ser ganadero. Pero si me preocupa el rumbo que está llevando este sector en Asturias. Es cierto que la ganadería siempre fue un sector en crisis pues mientras otros sectores celebraban el superávit en sus cuentas, los ganaderos se manifestaban no vendiendo carne o vertiendo la leche, y no es cosa de ahora. Pero como no se ponga solución a la tendencia de estos últimos años, puede desembocar en una situación alarmante. Debido al escaso relevo generacional y al dudoso margen entre precio de venta y coste de producción, si lo que se busca es que en 10 años no se produzca en Asturias la carne y la leche que consumimos, lo van a acabar consiguiendo. La cuenta es fácil de hacer, solo hay que considerar dos factores: número de ganaderías existentes en Asturias y ratio anual de cierre de explotaciones ganaderas”.
¿Qué considera que es lo más importante para ser un buen ganadero?
“El cariño por nuestros animales, el afán de superación y la resiliencia”.
¿Qué es lo que te impulsó a ser ganadera?
“El arraigo por lo nuestro y el no querer que desaparezca algo por lo que mi familia tanto ha peleado por construir. Yo lo siento como el legado que va pasando de generación en generación”.
¿Desde cuándo supiste que querías dedicarte a la ganadería?
“Siempre me gustaron, desde pequeña. Otros niños preferían estar en casa con videojuegos y yo prefería estar entre ellas. Me encantaba escuchar historias o aprender de la gente del campo, no están valorados esos conocimientos. Esa pasión unida a no querer que desapareciese nuestra ganadería familiar fue, y es, lo que me motivó a ello. Pero mis padres siempre me dijeron que estudiara, que si en un futuro quería tener una ganadería la tuviese, pero siempre con unos estudios que me permitiesen una vía alternativa. Y colaborando en las tareas de la ganadería les entendía perfectamente, ser ganadero supone mucho trabajo y sacrificio. Ya con 5 años aprendes que una familia de ganaderos no puede disfrutar de una semana de vacaciones en la playa. Igual por eso yo siento como vacaciones sentarme en un prao a verlas pacer o leyendo un libro con la melodía de los campanos. Y gracias a los consejos de mis padres y a lo que me enseñaron, hoy puedo ser doctora en ingeniería, pero también ganadera”.
La ingeniería, al igual que la ganadería, son considerados por mucha gente como ‘trabajos de hombres’ ¿alguna vez se ha sentido extraña en estos dos mundos?
“Es cierto que algunas veces te encuentras con comentarios de sorpresa o que van en esa línea de tipificar los trabajos, pero por el hecho de ser hombre o mujer no significa que seas más o menos válido para desempeñar un trabajo. No nos tenemos que poner límites nosotras mismas por el hecho de ser mujeres”.
¿Consideras que debido a ser mujer, has tenido más dificultades o problemas que el resto de los compañeros de profesión?
“El papel de la mujer en el campo ha sido siempre muy importante, se puede ver en el libro “Tierra de mujeres”. Ser ganadera no es algo disruptivo de los últimos tiempos pues yo tuve la suerte de conocer a mis dos bisabuelas, ambas se dedicaban al campo, y no se les cayeron los anillos. No se puede negar que hay situaciones problemáticas asociadas al hecho de ser mujer como los problemas de conciliación, la violencia de género y trabajos que aún siguen siendo considerados “de hombres”, pero no hace falta demostrar la valía de las mujeres pues ya está más que probada en estas áreas. La tecnología de conexión Wi-Fi existe gracias a una mujer y el papel de la mujer en las plazas de abastos demostró la presencia de la mujer en el mundo rural asturiano”.
También, existe la creencia en las zonas alejadas del mundo rural que los ganaderos son personas mayores, de épocas pasadas, ¿te has sentido a veces excluida debido a tu edad?
“En Asturias, debido a la disminución de la actividad ganadera cada vez hay menos jóvenes que crezcan en el lecho de familias ganaderas. Por ello hay mayor desconocimiento de este sector. En ocasiones los ganaderos recibimos alguna mirada de superioridad… Por desgracia no ha desaparecido esa etiqueta de “paleto de pueblo» hacia los ganaderos. Les invitaría una semana a conocer este tipo de empresas”.
¿Has pensado alguna vez en rendirte debido al esfuerzo que supone la ganadería y tus estudios?
“Muchísimas veces, demasiadas quizás. Pero siempre pensaba en un dicho popular que me decían mis abuelos de pequeña “nadie da un duro por cuatro pesetas” y al final es eso, el que algo quiere, algo le cuesta. Quizás es lo primero que aprendemos los hijos de ganaderos: a conocer lo que es el sacrificio”.
¿Cómo se siente al haber recibido una calificación de cum laude en su doctorado relacionado con el mundo ganadero?
“Para mí no hay mayor satisfacción que ese reconocimiento al esfuerzo y trabajo de estos años. Han sido muchas noches en vela y días festivos o vacaciones en el trabajo dedicados a investigar en el laboratorio, a trabajar en la publicación de esos resultados o a la presentación de ellos en congresos científicos”.
¿Crees que a los ganaderos se les proporcionan las ayudas necesarias o se les trata injustamente?
“Considero que las ayudas son necesarias pero no suficientes puesto que el trato al ganadero es injusto en multitud de aspectos. En varias ocasiones se ha culpado a la ganadería del cambio climático o de perjuicios medioambientales pero en cambio durante el estado de alarma la actividad del sector primario continuó desarrollándose al mismo ritmo y los niveles de polución se redujeron drásticamente. El nivel de incendios forestales anteriormente era mucho menor gracias a la labor de prevención de la reciella, ahora castigada por fauna salvaje, y en cambio se tilda a la ganadería como actividad deforestadora. Pero los ganaderos no sólo nos encontramos con trabas medioambientales sino que también burocráticas, pues por ejemplo debido a la demora de la consejería del Principado en un trámite tan sencillo como modificar la clasificación zootecnia a tipo mixto puedes perder el derecho a las ayudas de la PAC. Y es que quizás uno de los grandes errores del campo son las ayudas PAC pues si se dedicasen los esfuerzos en luchar por un precio justo para el ganadero no serían necesarias estas ayudas”.
Una difícil, ¿la ganadería o la ingeniería?
“Considero que la combinación de ambas, en los proyectos de ingeniería que he desarrollado he tratado de aplicar conocimientos científicos para solventar problemas de la actividad ganadera o de su cadena. Por ejemplo, los sensores de parto que están actualmente tan en boga al final es eso: la aplicación de la ingeniería para el beneficio de la ganadería”.
¿Qué le dirías a esas niñas que quieren dedicarse al mundo de la ganadería?
“Que son muy valientes, no por el hecho de decidir ser ganaderas siendo mujeres, sino por apostar por un sector donde el relevo generacional está en tendencia bajista”.